Perspectivas
(Conclusiones perteneciente a la tesis de MA “La lectura de El texto de la novela”, escrito por Abel Lagos y realizado en la University of Essex, GB, en 1978)
Este escrito es el resultado de la tesis para postular al grado de MA en Sociología de la Literatura en la Universidad de Essex, Reino Unido. El trabajo consistió en realizar una re-lectura del libro de Julia Kristeva “El texto de la novela”, Editorial Lumen, 1974. Partiendo del análisis de la novela de Antoine de La Salle, “Le Petit Jehan de Saintre (1456), este libro tiene por objeto proponer una teoría de la significación novelesca, sin ignorar la historia y la sociedad dentro de las cuales la novela se produce y actúa. En mi caso yo centre mi análisis en textos en lengua española como Don Quijote, El Cid y otros utilizando elementos de Semiología y la lingüística moderna.
La novela solamente existe en el momento en que ésta empieza o termina de ser consumida; es decir, en el proceso de la lectura que antecede y que sigue al decodificado del primer nivel del sintagma verbal. Análogamente, el célebre circuito fonológico de Jakobson: enunciado-mensaje-receptor, no está completo si uno de estos estadios está ausente.
El análisis lingüístico de la frase canónica, “aquella que se lee en la superficie” parece no interesarse en el estudio del receptor, por el auditor, por aquel que recibe el mensaje. Sólo es necesario que éste reconozca ciertas leyes gramaticales pertinentes al funcionamiento de la lengua. Puede ser que la influencia de las ciencias auxiliares de la semiología hayan dado poca importancia al estudio del lector ya que la investigación se centra más en el sujeto de la enunciación y del enunciado, es decir en proceso de la articulación.
¿Cuáles son las leyes que rigen la lingüística de los sentidos segundos?. La semiología esta empeñada en organizarlas y la lectura que hemos hecho quiere señalar algunos aspectos que deben tenerse presente para la organización de una retórica de la novela. Pero ésta, con su sistema que la sostiene, con sus piezas vitales encadenadas y ensambladas como una totalidad sólo viven cuando son activadas por el calor de la mano que sujeta el libro; por el paseo intermitente de la vista sobre las páginas. Sólo entonces la novela empieza hablar una voz que nos es familiar; que alguien tomó prestada: el autor escurridizo que nos pone en el lugar vacío de los signos para que un yo/otro los replete de significación. Creemos todo lo que leemos porque es nuestra voz la única que oímos y significa nuestra existencia sin darnos cuenta que somos sometidos a un orden vocálico (estructurante) que no es nuestro, que origina una pseudo verdad, que nunca hemos practicado una verdadera lectura (desconstructiva) sino que hemos sido el instrumento de un libro que nos lee de cualquier manera imponiendo su propia ley: el fantasma del carnaval se burla de la lectura primaria y oficial que aprendimos en la escuela después que “aprendemos” a hablar. La lectura se vuelve muda. La única voz viva que existía, la del lector, ha sido reemplazada por voces ajenas en cuyo juego el lector se convierte en instrumento del vértigo fonológico. No tiene que ver con la escritura en voz alta de la que habla Barthes. Ésta es igual a una lectura/escritura, lo que lleva a proponer, a modo de salvación, que cada vez que leamos practiquemos la escritura en el sentido derridiano del término y que cada vez que escribamos lo hagamos confrontándonos con nuestra voz.
TEXTO : LIBRO
MÁQUINA : PRODUCTO
¿No querrá decir esta relación que el acto de la escritura, al igual que el trabajo del la máquina está determinado por la misma ideología que agita el mercado de consumo?. No descartemos el placer que se otorga el que escribe al transformar las palabras en obra literaria, al modelar y urdir las formas “literarias” . Pero, ¿porqué la generación de este acto sospechoso, su textualización y por lo tanto su funcionamiento tendría que originarse en un lugar ideológico diferente de aquel que regula las necesidades del mercado?. ¿Acaso no es la ideología dominante la que nos dicta que comer, que hablar, que leer, que gustar, que palabras, como leer, que leyes, etc. ?.
No podemos desconocer que la novela, en una medida no mecánica se escribe y estructura para y por un mercado de valores que el sistema del capital impone para su sobre vivencia. Una novela que se escribe en una lengua socialmente aceptada está embragada en su expresión y en el acto de la expresión. Una escritura que perturbe la moral del sistema no sería capaz de escribirse o si se escribe no sería premiada por la crítica. La anti-escritura esta prohibida: constituye la subversión del orden. Lo único que le queda al que escribe es confiar en los vestigios antropológicos de libertad que le queda al que lee con la esperanza de que en su lado salvaje pueda desgranar los signos con una a-moralidad, si se quiere, porque cerca de aquí aparecerá el “feed back” que arruinará la calma artificial del Sistema.
No es obligación que el lector reconozca el código retórico. En lingüística se espera que dos individuos parlantes de un mismo grupo lingüístico se entiendan. Pero nadie espera que dos individuos que tienes en común una misma cultura y una misma literatura deban identificar una relación de sentidos más allá de toda diferencia.
Es probable que el lector ingenuo de una novela realista del siglo XIX se estremezca al comprobar la plasmación de la realidad provocada por su lectura horizontal, cediendo así a la lectura vertical y estructurante de la escritura .
Cierto tipo de literatura contemporánea está empeñada en vaciar a las palabras de todo sentido previo a su formulación para que cuando operen en el texto realicen un trabajo aquí y ahora y no de transportación de una experiencia anterior. Se intenta así dejar a la escritura a su propia ley al mismo tiempo que se provocaría un tipo de lectura que no busca anécdotas con sus respectivas transformaciones sino que se tratará de un texto enunciado.
La lectura que he hecho no es ni un método de análisis ni una lectura especial. He querido mostrar aquellos rasgos, que según la proposición de Kristeva, estructuran la novela; al mismo tiempo que se invierte en un espacio a una apertura intertextual que provoca la investigación, el comentario, la discusión y algunas veces conclusiones y propuestas teóricas que no habría alcanzado con otro tipo de ejercicio escriptural.
El estudio de Kristeva sobre el texto de Antoine de La Salle es valioso para un acercamiento sociológico a la literatura. Por medio de una la lectura de la textualidad del relato, es decir, lo que hay en términos de combinación de unidades significativas, encontramos aquel intento que un estudio materialista de la producción literaria anda buscando: la desmitificación de la literatura como “creación”, tan protegida por la ideología dominante.
Al desmitificar la creación, es decir, al dejar de leer una obra como “bella” dejamos al descubierto que el relato es una reunión de situaciones históricas (el texto como libro) encadenadas dialécticamente en una lengua con orígenes socialmente determinados. Al consumir el relato como se ha enseñado en la lectura aprendida ( aquella que se impone ) no se hace más que reactivar la ideología que la originado.
La lectura transformacional del texto de la novela nos revela el funcionamiento interno del texto, su proceso de transformación constante, articulado sobre la contradicción y que a su manera sigue la evolución del sistema capitalista. Por ejemplo, la forma que la novela adoptó en el principio se ha ido transformando hasta hoy para mostrar una ideología economicista que corresponde a la ideología burguesa actual. De esta manera, en el esfuerzo, por defender el pedestal que se le da en esta sociedad a la literatura, ésta debe quedar del lado de las cosas “inútiles” porque no participa del proceso de producción ya que solo sirve para el “enriquecimiento espiritual” ocultando con esto su trabajo embaucador y las marcas ideológicas que deja al pasar por la conciencia de los hombres.
Lo anterior concluye en el siguiente punteo:
- Reconocemos que el signo provee su ideología al mismo tiempo que declara su origen .
- El signo novelesco opera sobre el desequilibrio Ste/Sdo
- El signo novelesco por ser trans-lingüístico se origina en la voz.
- Su funcionamiento es un campo transformacional que formaliza en la no-disyunción, el doble y la máscara.
- Las funciones anteriores se extienden a todos los niveles de la novela: escritura/lectura.
- La novela expresa en su funcionamiento el proceso ideológico de la sociedad que la genera, en la lengua-retórica (Sa/Se), en una conciencia signo.
Abel Lagos,
University of Essex, 1978.